Sientes estar en un capullo de mariposa: Suave, ligero, delicado, tenue, invisible, frágil.
Burbuja efímera, destello de la irrealidad, arcoíris de gasolina, imaginación de la naturaleza.
Cierras los ojos:
sus dedos recorren tu espalda,
sus labios besan tu hombro,
su pelo entre tus dedos,
sus pies juegan con los tuyos.
Necesidad constante y sofocante. Recorrer cada centímetro de su piel, de su alma, de su mente.
Una niebla invisible
que te atraviesa,
que te envuelve,
que te atrapa.
Calor o frío, sudor o lágrimas.
El deseo está bailando encima de ti,
tú solo sigue el ritmo.
La pasión y el dolor de la mano,
desenfreno de suspiros,
ojos brillantes,
latidos acelerados.
Morderse el labio,
apartarse,
alejarse,
autocontrol.
Oscuridad y luz que en pequeñas dosis te abruman.
Es miedo,
miedo a la desaparición,
miedo a la pérdida,
miedo a la caída,
miedo al vacío.
Es locura,
dentro de ti,
cambia,
descontrola,
confunde.
Sentidos y alma. Su voz, su aroma, su imagen, su piel, su sabor, su luz.
Su compañía o su recuerdo,
su presencia y su ausencia,
su cariño y su indiferencia,
su cercanía y su distancia,
su odio y su amor,
su conocimiento y su ignorancia.
A su marcha lo arrastra todo,
un tornado que desata emociones.
Cristal y plumas,
rapidez y lentitud,
calma y nerviosismo,
inseguridad.
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