Por un momento nos he visto a los dos allí sentados, acariciándonos las manos, mirando al ordenador y sintiéndonos ajenos al mundo. Sabiendo que aquello no volverá, me siento indefensa ante la calma que se avecina en mi pecho.
Pego mi cara a su cuello y pienso en ti, en lo lejos que estás ahora, en lo que nos hemos separado después de todo. No tiene sentido lo que me has marcado con el poco tiempo que pasamos juntos, no tiene sentido que te quisiera tanto, que te recuerde todavía, que te vea en cada chico con el que estoy, al que beso, al que valoro como opción antes de descartarle... por no ser tú.
Supongo que estamos cumpliendo nuestros sueños, el uno lejos del otro. Sé que es mejor así, aunque me gustaría solo decir que quizás lo sea, que quizás estaríamos bien juntos, aunque sepa que no es así. Ese sentimiento sigo sin ser capaz de controlarlo, no logro acallarle y mantenerle en el cajón en el que debería quedarse tragando polvo.
Sé que con el tiempo esta sensación acabará desapareciendo, como ha pasado con todas las demás, con todas las dudas que se quedaron, las inseguridades y el dolor, pero necesitaba contártelo: cada vez que alguien aparece en mi vida y se acerca a mí, cuando mejor parece que estoy, vuelves a pasearte por aqui, haciéndome sentir en casa con tus recuerdos, que no habitan en ellos, a pesar de mi empeño de buscarte en su interior. Así evito enamorarme, así evito avanzar.
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