En el momento escuché a otros, pero no a mí misma.
Esta noche me ha cambiado. Me he replanteando mi ser, mi forma de vivir, mi forma de sentir.
Sé que debí besarte antes, antes de tiempo y antes del tiempo.
Debí acercarme a tí y decirte que a lo mejor me gustabas más de lo que creía. Y lo hice, pero tarde.
No me puedes dar lo que quiero, no quieres hacerme ilusiones, pero no sabes lo que quiero, lo que realmente pienso ahora.
¿Ahora? Quiero algo como tú.
Nunca había besado a alguien así, nunca me había sentido tan perdida en mi cabeza, nunca me había planteado que esto fuera a ocurrir.
No soy lo que que quería ser, soy más, mucho más. Pero me quedo callada porque quizás tú no lo sepas, no sepas qué hay en mí, no sabes aún suficiente.
Te veo y quiero mantenerte cerca, de cualquier manera posible puedo decir que te quiero.
Anoche casi se me escapa, casi lo dejo volar, pero no lo hice, porque sentí algo que contradigeron tus palabras. Sentí algo que luego tú rompiste, y supongo que yo me rompí también con ello.
Pero sé que no lo puedo lograr así. No así, no aquí.
Déjame ir cuando acabe la noche, déjame volar otra vez, pensar que todo va bien, que nada se ha roto dentro de mí, que hay vuelta atrás.
Pensé que estaba cerca, acurrucada en un rincón, pero estaba desnuda en medio del desierto, quemándome mientras corría en mi busca. Solo quemándome. Solo quemándome.
Quería correr y paré. Me dejé ir, me has dejado ir.
Ahora no sé qué pensar. Todo el mundo quiere de mí lo que yo no quiero dar. Quiero dar mucho más que eso, mucho más. Escapar no va a servir esta vez.
Solo tengo que saltar y dejarme ir. Dejarme estar, dejarme ser, dejarme llorar.
Ni de eso soy capaz, solo paso y camino, sin rumbo.