domingo, 27 de enero de 2019

Desaparecerás tan rápido como apareciste.

Me bebo el vacío que tú me sirves,
mientras tanto me conmueves,
susurras palabras leves,
me paseas por tus redes.

La cascada de mi pelo te cubre,
creamos un sauce llorón,
mueves tus dedos entre algún mechón
observando el anticiclón.

Escapar hacia ti,
aprender a recordar,
rendirme a la corriente
de tu actuación circular.

Dormir entre tus raíces,
esconderme del presente, 
con tu ritmo intermitente
sigo intentando entenderte.

Ojalá tus dedos me desenredaran,
mi hielo prendiera fuego a tu insistencia,
tu vacío se equilibrara
y mi soledad fuera tuya esta noche.

Sé que mañana te olvidarás,
nos olvidaremos,
de todo lo que pasó,
de todo lo que no hicimos.

Desaparecerás tan rápido como apareciste,
y entonces será cierto,
eso de que el arte no pide perdón,
porque a ti se te perdonará todo.




jueves, 24 de enero de 2019

Sola

Sola, rodeada de gente que me quiere.
Sola, mientras creo e imagino el mundo.
Sola, pintando mi futuro.
Sola contigo y sola sin mí,
sola sin ti, sola conmigo.
Sola en mi cabeza y sola en la calle.
Sola entre papeles e ideas delirantes.
Soledad acompañada por tu ausencia,
soledad acompañada en tu distancia.
Sola estoy y sola quiero seguir,
pero a veces me siento sola
y no quiero dejarte ir.

domingo, 20 de enero de 2019

Líridas

Tu corteza quebrada
de dobles lunares salpicada,
retórica en cuerdas punteadas,
semillas de arena desintegradas,
escarcha sobre tierra mojada.

Líridas huyendo de tu cuerpo,
rayos de luz en su desintegración.
Esparcidas tras tu actuación,
son fortaleza lírica en el tiempo,
brillan en plena transformación.

Presencia de escalofrío,
movimiento amaestrado
transformado por el viento.
Creado de ilusiones remotas
en las que ya no te encuentro.


Me pregunto

Me pregunto si a lo largo de estos meses pensarás en mi ausencia, en que no podré ser tu vía de escape nocturna cuando ya no quede nadie por las calles.

Me pregunto si pensarás en mí y en apartarme el flequillo mientras te ríes de mis complejos, porque son completamente estúpidos, y lo sabemos.

Me pregunto si en algún momento querrás saber de mí, del tiempo que invierto en pensarte y escribir, en dibujar lo que mi memoria recuerda de tus rasgos.

Me pregunto si volverás a hablarme de ti, si volverás a querer verme antes de que acabe el invierno, si volverás a besarme o te quedarás en el olvido.

Me pregunto qué será de ti en un futuro. Espero que vueles lejos y que tus alas se choquen algún día contra mis corrientes de aire.

sábado, 19 de enero de 2019

Por las noches vuelvo a ti.

Por las noches, cuando intento conciliar el sueño, cuando intento ordenar mi cabeza, pienso en ti.
Tu viento entre las copas de los árboles me contaba historias en las noches de verano. El olor a mar, la humedad y la sal en mi pelo, tu sabor a libertad al sumergirme, tu sensación de expansión al rodearme de algas y bailar entre remolinos de color. Recuerdo todas las palabras escritas sobre la arena, arrastradas con las conchas, arrancadas de mi libreta. Crear nuevas constelaciones, inventarme su mitología, discernir universos en las piedras, crear mosaicos con tus hojas, el brillo de las luces en la lejanía, olas rompiendo en mi cintura, hierba entre mis dedos. Un corte limpio en la pierna, olor a madera quemada. Sentarme en las rocas, lo más alejada que puedo del mundo artificial en el que vivo. Andar descalza sobre tierra húmeda, sentir el rocío en la espalda mientras memorizo los secretos que arrastra el mar hacia mi orilla. Tumbarme sola a observar los árboles danzar, mi pelo fusionado con las raíces de los árboles, mis ojos volviéndose verdes con la salitre, a veces creo que no es pura coincidencia. Olores frescos y ligeros, besos del frío nocturno en las costillas, un columpio de cuerda y ramas crujiendo bajo mi peso. Aquí adapto mi temperamento, aquí valoro lo que soy, aquí crezco por dentro, aquí pienso en lejanía, aquí existo.
Por las noches, sobretodo cuando llueve, vuelvo a ti, mi verde tierra, donde puedo ser libre, retomar mi forma original, donde puedo volver a ser yo por unos instantes, aunque sea en la distancia de mis sueños.

martes, 15 de enero de 2019

Mañana nos olvidaremos.

No te vayas, no abras la puerta, compartamos la soledad una última noche. Mañana nos olvidaremos. No me dejes el sabor de tus labios en un pitillo, respira de nuevo para mí. Desconexión de la realidad. No es suficiente, no puedo apreciarte tan rápido. Quédate un poco más.

Cuidado, soy efímera.
Inexistente, como el tiempo en el que ahora estoy, para ti, completa y continua. Cuando deje este cuarto volveré a ser yo, caminante.

Me observas, me interpretas, me nombras, me quemas, me encuentras.
Te escondes, tus ojos son inalcanzables, no entiendo qué pasa ahí dentro, pero quiero entrar, déjame atracar en tus pupilas.

Miradas discontinuas y alteradas, advertencias temporales indemostrables, hacerme la dura y no conseguirte, amedrentada frente a la sorpresa de tu atención, me sentía ligera y frágil.

Me levanto, desnuda tras una manta que cubre mi sentencia. Te evaporas lentamente. Vuelve. Déjame memorizarte un poco más.

Jugamos y perdí, como me pierdo ahora en la lejanía, en tu distancia, acércate, como sea, pero vuelve otra vez. Dos noches no son suficientes, y la despedida fue demasiado corta para traerte de vuelta. Quédate a mi lado otra noche más, una extraña, entretenida y dubitativa, como yo.

Suspiro, entro, miro la puerta a cada minuto, por si apareces. Quizás pidiendo un café me veas buscándote en el vapor y comprendas... que aquella noche fría fui sincera, inesperada e impulsiva, al igual que mi estancia.


Ahora he vuelto y me vuelas, te lo explico: siento que te he dejado atrás, que estás a un huracán de distancia. No puedes despedirte, tumbarte en mi cama, pedirme que me quede o morderme el cuello. No más salir a fumar esperando que vengas detrás. Sigues sentado en el bar, pero sin mí al otro lado de la pared. Espero que mañana no llegue nunca.

viernes, 4 de enero de 2019

Todavía sueño contigo

Todavía sueño contigo, te recuerdo por las calles, te busco de vez en cuando, pero he aprendido que puedo seguir sin ti, y que ya no me leas ni me pienses ha dejado de importar, solo es una parte de mi realidad que debo asumir.

Por momentos me acuerdo de ti, sentado en el bar, mirándome. Yo también te miraba, pero intentaba disimularlo, pensando: "Seguro que me mira así porque me detesta", intentando reírme para demostrarte que me iba muy bien sin ti, que era feliz, que había avanzado. Todo mentira.

Por momentos recuerdo esa escena, tú en una punta y yo en la otra, en el mismo bar donde nos conocimos, con la misma gente, pero separados por desconocidos y tiempo de dolor intercalado. Frente a mis ganas de huir estaban mis ganas de correr hacia ti para besarte de nuevo.
Pero me decanté por la primera.

Por momentos me veo yéndome de aquel bar, sin mirar atrás para comprobar si tú seguías observándome, ignorando mis ganas de mantenerte la mirada, de intentar averiguar lo que estarías pensando. Simplemente me tragué las lágrimas y seguí andando.

Sabía que no me seguirías esta vez.

Me acostumbré

Me acostumbré a extrañar aquello que me hacía daño, a querer lo que me impedía avanzar, a luchar en batallas perdidas y a seguir remando contra la corriente.

Así seguí un camino que no sabía que yo misma me había impuesto, creyendo que era lo que realmente quería. ¿Pero hasta que punto puedes querer algo que te está destruyendo?

miércoles, 2 de enero de 2019

Siempre la última oportunidad.


Siempre la última oportunidad. Escapo de tu calma por si llega mi tempestad. Al otro lado del andén, esperando un tren inminente. Gritan las vías, no puedo mantenerte la mirada, te tengo miedo. Miedo al desencanto, a la desilusión y a la decepción. Contigo es siempre un paso en falso. Te observo y escucho las manecillas del reloj girar a toda velocidad, un sonido constante que me hace pensar en cada grano de tu arena. Impasible ante el hecho de que el tiempo pueda acabarse, de que ya se nos esté acabando. Tu tranquilidad crea anticiclones en mi cabeza. Me siento contigo, con la continua sensación de que esta vez será la última que me acerque. Siempre escapo, el tiempo contigo escasea y mis miradas no llegan a avisarte. Y tú, ¿seguirás esperando un después?

Mirada gélida y olor a tierras salvajes.

Siempre has estado ahí,
expectante y ajeno,
solitario y herido,
como un animal salvaje,
receloso y temeroso.
Ausente,
de mirada errante,
una sombra.
Lejano y difuso
te confundes con la bruma.
Frío y opaco,
como una estatua de piedra.
Invernal en terreno pantanoso.
Cansado,
con los ojos naufragados,
con el alma de hierro
y las manos vacías.
No hablas palabras huecas,
no tienes pensamientos vulnerables,
y sin espacios por los que colarme,
eres inquebrantable y constante.
Impenetrable y duro,
sólido y estable,
cómo el barco que me navega,
haciendo justicia por ti.
Pausado,
con furia contenida
y tanta calma interior.
Mirada gélida y olor a tierras salvajes,
fuerza interior de mundos antiguos,
con una firmeza que me inquieta.