miércoles, 2 de enero de 2019

Mirada gélida y olor a tierras salvajes.

Siempre has estado ahí,
expectante y ajeno,
solitario y herido,
como un animal salvaje,
receloso y temeroso.
Ausente,
de mirada errante,
una sombra.
Lejano y difuso
te confundes con la bruma.
Frío y opaco,
como una estatua de piedra.
Invernal en terreno pantanoso.
Cansado,
con los ojos naufragados,
con el alma de hierro
y las manos vacías.
No hablas palabras huecas,
no tienes pensamientos vulnerables,
y sin espacios por los que colarme,
eres inquebrantable y constante.
Impenetrable y duro,
sólido y estable,
cómo el barco que me navega,
haciendo justicia por ti.
Pausado,
con furia contenida
y tanta calma interior.
Mirada gélida y olor a tierras salvajes,
fuerza interior de mundos antiguos,
con una firmeza que me inquieta.

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