Me gustan los cambios, estoy acostumbrada a ellos. Llevo toda mi vida cambiando de sitio, de instituto, de ciudad, de grupos, de gustos, de ideas. Me he vuelto cambiante, y es difícil seguirme el paso.
La gente se acomoda, se estabiliza y se acostumbra, pero yo me deslizo por las calles de la improvisación. ¿Cómo le voy a pedir a alguien que me siga si no sé ni hacia donde voy?
Fluir como un río hacia donde me lleve la corriente, mi corriente. Mi guía es el viento y la marea, a veces pendo del hilo de las estrellas. Sueño con pisar las nubes y sumergirme en el océano de las dudas. Deseo un beso intenso y un amor loco, adaptable a la vida al ritmo de guitarras, que me verse los sentimientos.
Actúa para mí, como si fueras una exposición expresionista o un animal salvaje, inteligente y alegre, parecido a la lluvia de mi ventana por las noches, profundo y triste a ratos, emocionado por la risa y las caídas, ilusionada como una niña tras las pompas de Ópera.
Cocíname un par de bailes, enséñame a aguantar la respiración bajo el agua, a gritar en medio de un bosque, o a callar observando a la gente pasear en el centro de Madrid.
Combina tus ganas de humo con mi rocío nocturno.
Tumbarme entre tus costillas, escuchar tu corazón y acariciarte la mano. Observar tus ojos como si fueran chocolate fundido, saborear tus labios de fresa y caminar con los pies descalzos.
Mañana quizás hablemos de tus ganas de volar, pero por ahora seguramente te resguardes en el pozo de la estabilidad.
La gente se acomoda, se estabiliza y se acostumbra, pero yo me deslizo por las calles de la improvisación. ¿Cómo le voy a pedir a alguien que me siga si no sé ni hacia donde voy?
Fluir como un río hacia donde me lleve la corriente, mi corriente. Mi guía es el viento y la marea, a veces pendo del hilo de las estrellas. Sueño con pisar las nubes y sumergirme en el océano de las dudas. Deseo un beso intenso y un amor loco, adaptable a la vida al ritmo de guitarras, que me verse los sentimientos.
Actúa para mí, como si fueras una exposición expresionista o un animal salvaje, inteligente y alegre, parecido a la lluvia de mi ventana por las noches, profundo y triste a ratos, emocionado por la risa y las caídas, ilusionada como una niña tras las pompas de Ópera.
Cocíname un par de bailes, enséñame a aguantar la respiración bajo el agua, a gritar en medio de un bosque, o a callar observando a la gente pasear en el centro de Madrid.
Combina tus ganas de humo con mi rocío nocturno.
Tumbarme entre tus costillas, escuchar tu corazón y acariciarte la mano. Observar tus ojos como si fueran chocolate fundido, saborear tus labios de fresa y caminar con los pies descalzos.
Mañana quizás hablemos de tus ganas de volar, pero por ahora seguramente te resguardes en el pozo de la estabilidad.
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