miércoles, 29 de agosto de 2018

Recuerdo de verano.

Una cosa es encapricharse,
otra muy distinta enamorarse.
¿De ti? Estoy enamorada,
pero no lo quiero admitir.
Lo odio,
porque es caer en un lugar en el que ya he estado,
del que ya sé como salir,
y al que necesito no volver.
Muchas veces creo que no lo resistiría,
simplemente... sería demasiado.
Recuerdo momentos de este año con total claridad;
recuerdo estar llorando en una esquina de mi cuarto,
recuerdo pensar en oscuridad y querer fundirme en ella,
recuerdo pegarme al cristal esperando un lo siento...
Y cuando lo recuerdo
solo pienso en la suerte que tuve de salir de aquello.
Ahora estoy al borde de caer,
de besarle,
de tener miedo,
miedo a no quererme por quererle,
miedo a irme
y volver inconscientemente
en momentos no convenientes.
No está bien.
No lo está y lo sé,
debería aprender de la experiencia.
No puede ser que solo con tocarle...
No puede ser que necesite vivirle antes de irme,
que necesite sentirme antes de recaer en el frío.
No puede ser que esto lo esté escribiendo antes de irme,
teniéndole a metros,
deseando que deje de mirarme.
¿Por qué no le besé?
Me voy a arrepentir,
y no porque él piense que no es el momento,
si no porque ya sé que no habrá otro.
Quizás...
Quizás sea lo mejor,
sé que estando sola no puedo caer en ello,
no puedo volver.
Y la verdad,
necesito estar bien,
solo algo más de tiempo...
solo un día más.
Sé que en algún momento esto explotará...
yo explotaré,
y no acabará bien.

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