Brillan luces náufragas
en la oscuridad del camino,
sueños rotos, escondidos.
Quieren ver si los encuentras
cuando lloras frente a la ventana,
esperando que la lluvia calme tu pesar,
esperando que alguna lágrima te venga a visitar.
Nubes rasgadas en el cielo,
negras de tanto correr,
carrera a la luz del sol,
un anochecer de tinta.
Aurora tras el cúmulo de árboles,
brilla un bosque en la profundidad,
sobresalen las hojas despeinadas
después de que caiga el rocío.
Carrera a contrarreloj,
yo y la luz,
los escalofríos cubren mi piel,
mientras en la vuelta a casa
mis deseos se desvanecen.
Solo espero que esos sonidos,
esas teclas del piano,
esos violines danzantes,
me recuerden a la lluvia,
esa que ya no moja,
que solo reclama su territorio:
mis pensamientos.
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