En realidad me alegro, sé que ella te hará más feliz, parece más "normal" de lo que yo seré nunca. Seguramente te de menos problemas, te haga las cosas más fáciles, te diga que te quiere y no tengas que lidiar con ningún tipo de gestión emocional adicional.
Estoy feliz, porque sé que os gustais, que te gusta, quizás algo más de lo que quieras admitir. Vuestra historia es bonita, seguramente os necesitéis y os esperéis más de lo que haría yo contigo.
Me gustaría volver a sentir algo como lo que sentís vosotros, pero tengo la sensación de que mis sentimientos están apagados, mi corazón hecho polvo por las minas de vuestros actos, mi mente acomodada al dolor, temerosa de sentir y no volver a sonreír. Desde que te fuiste me veo incapaz. Todo lo que se le pueda parecer acaba siendo solo un intento de reemplazarte.
Tengo ganas de reventar mi alma contra un muro, hundirme a puñetazos y gritar a los cuatro vientos que nunca soy suficiente.
Suficientemente buena.
sábado, 22 de septiembre de 2018
sábado, 8 de septiembre de 2018
Cambios.
Me gustan los cambios, estoy acostumbrada a ellos. Llevo toda mi vida cambiando de sitio, de instituto, de ciudad, de grupos, de gustos, de ideas. Me he vuelto cambiante, y es difícil seguirme el paso.
La gente se acomoda, se estabiliza y se acostumbra, pero yo me deslizo por las calles de la improvisación. ¿Cómo le voy a pedir a alguien que me siga si no sé ni hacia donde voy?
Fluir como un río hacia donde me lleve la corriente, mi corriente. Mi guía es el viento y la marea, a veces pendo del hilo de las estrellas. Sueño con pisar las nubes y sumergirme en el océano de las dudas. Deseo un beso intenso y un amor loco, adaptable a la vida al ritmo de guitarras, que me verse los sentimientos.
Actúa para mí, como si fueras una exposición expresionista o un animal salvaje, inteligente y alegre, parecido a la lluvia de mi ventana por las noches, profundo y triste a ratos, emocionado por la risa y las caídas, ilusionada como una niña tras las pompas de Ópera.
Cocíname un par de bailes, enséñame a aguantar la respiración bajo el agua, a gritar en medio de un bosque, o a callar observando a la gente pasear en el centro de Madrid.
Combina tus ganas de humo con mi rocío nocturno.
Tumbarme entre tus costillas, escuchar tu corazón y acariciarte la mano. Observar tus ojos como si fueran chocolate fundido, saborear tus labios de fresa y caminar con los pies descalzos.
Mañana quizás hablemos de tus ganas de volar, pero por ahora seguramente te resguardes en el pozo de la estabilidad.
La gente se acomoda, se estabiliza y se acostumbra, pero yo me deslizo por las calles de la improvisación. ¿Cómo le voy a pedir a alguien que me siga si no sé ni hacia donde voy?
Fluir como un río hacia donde me lleve la corriente, mi corriente. Mi guía es el viento y la marea, a veces pendo del hilo de las estrellas. Sueño con pisar las nubes y sumergirme en el océano de las dudas. Deseo un beso intenso y un amor loco, adaptable a la vida al ritmo de guitarras, que me verse los sentimientos.
Actúa para mí, como si fueras una exposición expresionista o un animal salvaje, inteligente y alegre, parecido a la lluvia de mi ventana por las noches, profundo y triste a ratos, emocionado por la risa y las caídas, ilusionada como una niña tras las pompas de Ópera.
Cocíname un par de bailes, enséñame a aguantar la respiración bajo el agua, a gritar en medio de un bosque, o a callar observando a la gente pasear en el centro de Madrid.
Combina tus ganas de humo con mi rocío nocturno.
Tumbarme entre tus costillas, escuchar tu corazón y acariciarte la mano. Observar tus ojos como si fueran chocolate fundido, saborear tus labios de fresa y caminar con los pies descalzos.
Mañana quizás hablemos de tus ganas de volar, pero por ahora seguramente te resguardes en el pozo de la estabilidad.
jueves, 6 de septiembre de 2018
En mi ventana.
En mi ventana sigo viendo las luces de la ciudad, el cielo tras la tormenta, el suelo mojado de la terraza, el destello de los rayos a lo lejos y mi sombra estallando con ellos. Escucho 1999 mientras pienso en ti, en él, en ella, en todos. Fumo, ensombrecida por mis decisiones, me reinvento, cambio. El humo sale despacio de mis labios, mi grito ya está consumido. Creo que yo también me estoy consumiendo.
El fuego, llama infinita acercándose a la orilla del mar, me purifica ver su movimiento, me altera su inconsistencia, por ahora solo puedo observar las chispas del mechero y recordar. Me pregunto si tú estarás debatiéndote por mí o por ti.
Sonreí y agaché la cabeza cuando me empapó la lluvia esta noche. Quizás porque recuperé esa sensación de libertad. El frío, la humedad, la oscuridad, la soledad, el sonido del piano tras la pared. Mojarme en mi ventana y que no sean lágrimas.
Acabar y empezar, curiosa vida, cíclica, pero cambiante, adaptable en su espiral, como mi mente, como mis pasos, como mis manos.
Tu boca sabor tabaco y sueños quebrados, qué bonita tu sonrisa, qué ansias en tus dedos, qué desprecio en tu tiempo. Las calles quizás te extrañen.
Mis heridas y mis fantasmas huelen a lavanda y eucalipto, saben a algodón de azúcar y brillan con luz propia. ¿Luz blanca o cálida? Colores de cristal. Caracolas en el viento y en tu pelo. Mis paredes arañadas de emociones fugaces, mi tapiz con hierba seca y huecos por llenar.
Yo esperando, no sé muy bien el qué.
El fuego, llama infinita acercándose a la orilla del mar, me purifica ver su movimiento, me altera su inconsistencia, por ahora solo puedo observar las chispas del mechero y recordar. Me pregunto si tú estarás debatiéndote por mí o por ti.
Sonreí y agaché la cabeza cuando me empapó la lluvia esta noche. Quizás porque recuperé esa sensación de libertad. El frío, la humedad, la oscuridad, la soledad, el sonido del piano tras la pared. Mojarme en mi ventana y que no sean lágrimas.
Acabar y empezar, curiosa vida, cíclica, pero cambiante, adaptable en su espiral, como mi mente, como mis pasos, como mis manos.
Tu boca sabor tabaco y sueños quebrados, qué bonita tu sonrisa, qué ansias en tus dedos, qué desprecio en tu tiempo. Las calles quizás te extrañen.
Mis heridas y mis fantasmas huelen a lavanda y eucalipto, saben a algodón de azúcar y brillan con luz propia. ¿Luz blanca o cálida? Colores de cristal. Caracolas en el viento y en tu pelo. Mis paredes arañadas de emociones fugaces, mi tapiz con hierba seca y huecos por llenar.
Yo esperando, no sé muy bien el qué.
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