Un pájaro tenaz
que me sobrevuela,
me intenta cazar
pero no lo consigue.
Observo sus movimientos,
estudio sus costumbres.
Me hiela su incertidumbre,
me conserva en su ego.
Su pulgar juega entre mis líneas,
el átomo baila en busca de una puerta
que no quiero abrir todavía,
pero él tiene la llave.
Sabiduría resurgida,
mirada cansada y luz abismal,
viento gélido,
canción de cuna,
una luz susurra,
me atrae a su nido
y me deja caer.
El abismo me abarca,
me mece en su laguna,
me abraza en la penumbra,
me mira sin reconocer
que quizás él venga después.
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