el río suena y la brisa te advierte,
una sombra acecha tras la grieta,
sabes que es la ausencia de emoción,
la incertidumbre te rodea.
Llega la niebla,
te oculta el cielo
y se arrastra bajo tierra,
te asusta el frío,
te llama su presencia,
y un remolino se crea en tu cabeza,
oscuridad en su melena.
Estás ciega en tu certeza,
estás agonizando en mi cabeza,
estás sudando sobre la arena,
estás lloviendo sobre mis piernas,
estás pensando en no volver a verla,
estás soñando con no perderla.
Y ahí estás,
sentado entre la hierba,
pensando en su belleza,
odiando su pureza,
porque te acuerdas de la ausencia
cuando ya no estás en su presencia.
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